El Sol del Inframundo: sobre amor, muerte y sangre. parte 1/?

 



Capitulo I


I

“Todo lo que se mueve y vive, os será para mantenimiento: así como las legumbres y plantas verdes, os lo he dado todo. Pero carne con su vida, que es su sangre, no comeréis.” La sangre es la moneda de cambio por la que la vida late, en ella palpita en sus burbujas microscópicas, el aliento de aquel creador que en un arrebato de locura se ensaño y arrebató del fango su inocencia. Por tanto aquel que come de esto e incorpora dentro de si el alma, consume sus pasiones, sus anhelos, su pasado, su futuro; oh pero no debe pensar ingenuamente aquel torpe que ingiriera este pecaminoso anti sacramento. Por tanto aquel que devora la sangre adquiere los vicios de su cordero, las sombras que pululan dentro de su corazón, sus pecados, sus carencias. Beber del fruto del alma es adquirir todas las luces y sombras y no hay divinidad en esta burlona eucaristía. No hay salvación. Solo un sin fin de pecados oscuros y secretos prohibidos plagando la carne de aquel que se atreve a ver a Dios a los ojos con un desafío absoluto y reniega para romper las cadenas que nos atan a la mortalidad. El peso más caro de vivir para siempre es convertirse en una masa cancerosa de pecados. Si un hombre no es más que una pila de secretos, yo soy ahora no más que una pila de sombras amarradas torpemente, para hacer la semblanza de un hombre. 

Bueno, yo debería aquí autocompadecerse y sentirme triste por que no puedo morir, lamentarme por amores perdidos en el éter del tiempo, sufrir por lutos recurrentes de aquellos con los que compartí mi corazón y me han desertado. Debería sufrir por existir en este mundo sin la bendición divina del beso de Tánatos. Bueno, si la vida es sueño, heme aquí soñando. Si la muerte es alivio, heme estoico. Si el hedonismo es veneno, heme adicto. Si la violencia es el más oscuro de los placeres, heme insaciable. 

He leído antes los vestigios de aquellos que caminan por la noche, pálidos y ocultando sus pasiones. Tontos. Reniegan del oscuro regalo que se les ha otorgado, aburridos por hacer todo y cansados por su sed insaciable. A un hombre nunca se le ve hastiado de tener que comer y defecar todo, nunca se le ve harto de fornicar y yacer en su cama saciado, nunca se le ve renegando del agua que bebe ni de los atardeceres que le bañan. Nunca entenderé a aquellos que sufren por ver el suave y frío brillo de la luna pálida posándose sobre el mar. Nunca entenderé el anhelar la estabilidad y fragilidad de un segundo si la naturaleza del cosmos es el cambio. Abrazo yo el cambio, nuevos días, nuevas noches, nuevas compañias cuando otras parten, nuevas carreras, nuevos nombres, nuevas caras. El mundo cambia permanentemente y yo también. Lo que una vez fue papel ahora es pantalla, lo que una vez fue tirado por caballos ahora es tirado por máquinas que rugen. Donde antes hubo campos ahora hay concreto y vidrio. Existir es cambiar, el verdadero darwinismo no es ser el mas fuerte sino abrir los brazos a ese sol negro que atisba un cambio eterno. Aquel que vive lo suficiente se da cuenta que todo cambia pero todo es lo mismo. La sangre es vida, la vida es caos cristalizado y yo, estoy tan vivo como el dia en que comi de este negro fruto y alze en vuelo como aquel que ardio entre las brazas por vez primera.


II

El despertador suena, mi mano trabajosamente logra atinar y hacerlo callar. Me levanto, salgo de mi cama y me baño. Es tarde, pero aun puedo llegar a tiempo a mi examen, no debí acostarme tan tarde pero últimamente se me ha vuelto hábito.

Esta parte me cuesta mucho recordarla, no hace mucho soy libre de la muerte pero aun asi mis recuerdos se nublan entre los muchos rostros y nombres que he usado. Esta es la parte en que te tienes que sentir obligado a entenderme, necesitado de proyectar mis debilidades en las tuyas, llamame como quieras, llámame como te llamas, llamame Eco. Eco suena bien. Debe haber sido hace unos 50 años, 40 tal vez. No tanto como muchos de esos pomposos entes que andan por ahí más ceniza que carne. Pero ahora me levanto incluso más alto que ellos.


El examen es una masacre, mis conocimientos insuficientes, mis anhelos rotos. Transito en este punto en un ciclo de dolor donde nada de lo que haga me saca de esta tortura. Nada es peor que darlo todo y que no sea suficiente. Todo en mi vida es así, nunca lo suficientemente llamativo, nunca lo suficientemente asertivo, nunca lo suficientemente glorioso, hijo de desconocidos, hermano de sombras, mi reino se amontona como una colina de fracasos. No obstante, incluso en este momento sabía que mi vida sería la grandeza, sabía que haría lo que fuera necesario para hacer ceder al destino, para hacer sangrar a Dios de ser necesario. Mi determinación siempre fue absoluta.


Recuerdo que incluso entonces, estas mismas palabras resonaban en mi alma mientras apretaba mis puños llorando viendo hacia los árboles de un pequeño bosque en el campus. Mi gesto lleno de ira y dolor como tan solo un gran artista podría pintar. La derrota era amarga, pero mis manos estaban sin tremor, listas para tomar el arma y hacerme acreedor de la mayor victoria. Ese día juré que me alzaré de cualquier obstáculo, que me levantaría de cualquier caída y que tan solo el tiempo sería capaz de distanciarme de mis metas. Siendo el tiempo siempre mi mayor enemigo en aquel momento. El semestre siguiente retome mis estudios, mi alma aun contricta ante la derrota y mi corazón ansiando glorias futuras. Siempre han dicho que para todo hay tiempo, pero de nada sirve un futuro sin dichos presentes, una promesa es vacía si no hay frutos en el camino. Implore por meses y por fin logre conocer la dicha del presente en sus brazos.

“Eco, Eco” me llamaba una mañana en la que el sol no golpeaba mi cara. Me acariciaba mis cabellos ensortijados mientras ponía su mano en mi pecho.

“Eco tenemos que estudiar, levántate”

Era el sol de la mañana, con sus pilares de fluorescencia fría congelando el tiempo y enverdeciendo los prados. Las caricias fingidas de manos ansiosas, los besos húmedos a escondidas, las manos sudorosas se volvían arena ante el amor puro y sincero que tuvimos. Ella era mi pilar y yo era el suyo y por mucho tiempo, fue bueno. Con ella conocí la felicidad, con ella conocí el dolor, con ella conocí la vida y con ella conocí la muerte. Pronto los cafés de media tarde se volvieron faenas, las risas se volvieron silencio, el placer se volvió una burla. Luego de un tiempo el disfrute se consumió, por el tiempo; ese fuego perpetuo que todo lo desgasta, todo lo carcome, todo lo consume. La vida es tornada muerte y el anhelo en piedra. Así, un día que se veía venir aún se sentía súbito, las lágrimas de tristeza se sintieron falsas, el dolor deja una huella indeleble y la ausencia a su paso deja resentimiento. Tras una partida que se postergó demasiado, ella se marchó.

La tristeza, el frío, el dolor colmaron mi vida. Fue justo como despertar luego de una fiesta y sentir la resaca al dia siguiente. Una resaca que duró años, o al menos se sintieron como años. Con mi amor muerto, lo único que me mantenía centrado era el estudio y fue así como el siguiente capítulo de mi vida comenzó. Centrado solo en hechos, evidencia, cálculos, lógica. Yo era pragmático y estoico. Aburrido, pero efectivo. Con el tiempo también vi mis aspiraciones truncarse, esta vez por el precio a pagar por mis estudios. Así, la recta final de mis ambiciones se vio postergada por lo que parecía ser tiempo indefinido. En esos instantes, al ver un amor nuevamente muerto, me torne al hedonismo. Con la pretensión de recuperar el amor perdido, de comenzar de nuevo con felicidad, busqué en todos lados y los romances aparecieron y se fueron tan rápido como comenzaron. Era el nihilismo, era la zozobra, era el vacío llamándome pero yo aun no entendía. Una tras otra comenzaron a apilarse sus memorias y el olor de sus perfumes, una tras otra fueron abandonadas cuando intentaron dañar como aquella lo hizo. De esa forma la búsqueda siempre fue la misma, pero el objetivo fue cambiando sin que yo me diera cuenta. Se torcía la meta de buscar amor en la meta de buscar placer y por un tiempo fue bueno. 

Dicen que cuando uno bebe sangre, absorbe los pecados de quienes consume, lo que pocas veces he oído es que al humano esto le pasa con quienes fornica. Si bien todas y cada una fueron mujeres que en su momento amé, personas a quien puse en un pedestal, durante la caída de gracia y el luto posterior, me percate que ellas dejaban algo más en mi que el recuerdo. Sus hábitos, sus deseos, diminutas partículas de su carácter, todo era archivado y en momentos de meditación comprendía que un alma que toca a otra alma jamás permanece la misma. Por tanto al final jadeante de mi carrera de hedonismo, que culminó incluso luego de terminar mis estudios, era entonces una burla de esa famosa cita de Borges. Ahora era una amalgama de todas las mujeres que había amado y no habían sido capaces de amarme.

Si bien ese lado de mi vida iba dejando tan solo el recuerdo voraz y salvaje, mi vida profesional comenzaba a abrirse en un trayecto con tantos caminos que me costaba elegir uno. Visite una y otra vez lugares hermosos en mi país natal y luego me digne a viajar por el mundo. En mis viajes mi espíritu se iluminó con la luz de pasados inmemoriales y la invocación de dioses salvajes. De vuelta en casa, mis ascensos eran constantes pero nunca me distraen de mi única meta. Finalmente luego de dos años de esfuerzo logré entrar al programa de doctorado. Finalmente, tras ser ese pobre estudiante incapaz de ser suficiente, volví a los recintos fríos y azulados de mi facultad para recibir mi carta de aceptación. El programa era intenso y los días y noches los pasé trabajando y estudiando, devorando experiencia con un apetito insaciable. Esa podría ser otra de mis características, me obsesiono, consumo y englobo dentro de mí todo aquello que deseo, comida, mujeres, drogas, libros, sangre, solo era una fuerza deseosa de consumir y mi subsecuente transformación poco cambió.

Durante los años que volvía a ser estudiante y las noches frías de guardias, lo sobrenatural comienza a reptar lentamente dentro de mi vida. Ya era familiar con las luces reveladoras de los cantos místicos, ya había fumado hierbas siniestras en las pirámides de Egipto, ya había caído y me había levantado de los abismos de los ciclos viciosos. No obstante esto era diferente. Comenzó sencillo, una dama blanca en los pasillos de un hospital frío y desierto se sentaba en una sala de espera que nunca llamaría a consulta. Luego visiones fugaces de personas recorriendo con sus dedos la pared. Suena aburrido y lo es. Los fantasmas no son emocionantes si no traen consigo el peso de la emoción profunda, ver frente a ti lo que no está vivo no impacta tanto si no toca las fibras profundas del alma. Algo curioso era que siempre estas apariciones ocurrieron cuando caminaba cerca de mi mentora, la doctora Victoria Montealegre. Esto debió ser un signo ominoso, una bandera roja como la sangre o la Unión Soviética. Un signo que debía llenar mi corazón de temor, pero pobre de mí, no lo hizo. Con el tiempo esto se tornó en una broma recurrente entre nosotros y entre el sarcasmo y el aislamiento nos terminamos volviendo muy cercanos. Demasiado. Victoria tenía ya unos 55 años pero su piel era tan tersa y sus ojos tan fieros que más bien hubiera sospechado que yo era mayor que ella. Era una mujer indómita, subversiva, no tenía miedo a parecer hostil cuando debía serlo y tajante cuando era necesario. Era una hedonista y mucho le sorprendió que yo tuviera mis tendencias también. Según ella los hombres clamamos ser bestias del placer y temblamos cuando se nos ofrece en bandeja de plata, bueno no hay tal cosa conmigo. “Que cada uno tome amor en su medida”. Por un tiempo fue bueno. Claro, luego de un tiempo mostramos cada uno nuestro caos, una ansiaba poder en sus vínculos, otro ponía murallas inquebrantables, una manipulaba, el otro mentía, una gustaba ser egoísta, otro le enseño el beso siniestro de las plantas esclavizadas. Es sumamente irónico que en nuestro campo hubiera cabida para un par tan tóxico, juntos éramos veneno. Recordaba la recurrencia temporal, vivimos en ciclos que no logramos romper hasta que veamos en un espejo negro. Así, justo como Victoria estuvo otra vez antes y enfrentaba a un guerrero templado cuando deseaba transformar el amor en una trinchera. Fuimos lo mejor y lo peor que les pasó a ambos. Finalmente la escalada de dos años terminó cuando ella desapareció sin dejar rastro. Por supuesto al principio pensé que solo me dejo, mi narcisismo haciéndome creer que todo se trata de mi. Unos días después vino un policía, luego otro, luego un detective y los periódicos y tabloides solo exhiben su foto con sus ojos de vivo fuego.

Pronto era yo el mentor, pronto era yo quien tenía más poder sobre otros y escale rápido en la pirámide mientras finaliza mi formación. Su recuerdo me ardía, no por que se fuera, pues todos lo hacemos, sino por ese amargo sinsabor en mi boca que no me dejaba en paz. Era como un trago de sangre, ferroso e insidioso. ¿Será pesar?

Un día la vi, como un fantasma recorriendo los pasillos, una noche fría de noviembre. Una aparición súbita y sin desearlo. De vez en cuando, sentía su aroma colmar mi nariz y llenarme de recuerdos, otro día desperté con la resaca de su amor en mi cuerpo. Ahora entendía cuánto pesaba un fantasma, ahora entendía el horror verdadero que viene de un recuerdo cristalizado. Los meses y días para la culminación de mi doctorado se acercaban, mi tesis era infalible y un absoluto hito en mi campo. Las consultas se volvían sencillas y rutinarias y dominaba ahora mis artes como un hechicero atemporal. Pero todo estaba vacío, nunca en mi vida había quemado el ardor de unos besos como en este momento, los besos de Victoria. Ni aun cuando mi corazón se rompió una y otra vez sentí lo que sentía durante estos dos años. Por supuesto quise ahogar su recuerdo en el jugo de otras flores, de botellas, hasta de iglesias, pero todo era lo mismo. Hice caso a mi propio consejo y acudí a la ayuda de un colega, nada.

Una noche de verano decidí caminar y sentarme plácidamente en un parque con un cigarrillo, llevaba años sin fumar para entonces y tome esto como una derrota. A veces las derrotas nos llevan a la Victoria. Esa noche de Diciembre era particularmente fría, pero el cielo estaba claro y las estrellas se asomaban acompañando la luna en un waltz perfecto. Las luces de alumbrado fallaron y parecía como si la ciudad entera hubiera perdido la asquerosa niebla naranja de las luces de sodio. El cielo era hermoso, la brisa sabía a menta y por un momento quedé en paz con la inmensidad del cielo impoluto que se alzaba inalcanzable sobre mi.

“Siempre te encantaron las estrellas”

Una voz tan ominosa como familiar rompió el silencio.

“Vos...estás muerta”

“Vaya forma de saludarme, solo un hola bastaba.”

“Un hola basta cuando te vas unos días, ahora verte es más percibir un espejismo.”

“No debí irme sin disculparme, lamento que te doliera.”

“OH, doler... duele un golpe al hígado. Esto me cambió. No comiences con el chantaje, si. Ya madure bastante como para seguir la espiral.”

“Amor, pensé que estarías feliz de verme.”

“Alucino.”

“NO. heme aqui.”

Sus manos suaves sostuvieron mi cara y recordé su promesa de no dibujar cicatrices en mi alma, sus ojos de fuego ahora no solo tenían los carbones encendidos de su pasión, ahora brillaban como dos luceros ardientes, como estrellas caídas de esa preciosa bóveda. Nos besamos, no recuerdo bien cómo llegué de vuelta a mi casa pero poco importa. La hice mía con la furia y pasión que ella siempre deseaba, su tacto no era gentil, nunca lo fue, pero esta vez sabía que sus crudas caricias dejarían marca profunda y hasta sangre ensucio mis sabanas, un poco mía, un poco de ella. Cuando toda la vorágine acabó ella sonreía con sus dientes relucientes y filosos. Yo me sentía drenado pero satisfecho como hacía siglos no me había sentido, me sentía completo.

“La eternidad. Quiero abrir tu mundo a un nuevo nivel de poder, Eco. Quiero verte libre como siempre amé verte, ahora sin las ataduras de moneda o tiempo. Por años siempre supe que el tiempo era tu enemigo, que dios era para vos solo otro obstáculo. Ahora que puedo, quiero darte esto.”


Luego ocurre lo de siempre en este tipo de historias, una vorágine de orgías y pasión, una luna de miel blasfema de oscuros placeres y aun más oscuras bendiciones. Bueno, creo que fue por ahí de la séptima noche que ella finalmente bebió de mi sangre y yo de la suya. No recuerdo bien pues el opio de sus labios me dominaba, ese y otros opios. Usualmente esta transformación ocurre cuando la persona ha agotado hasta lo último de su temple moral, cuando finalmente ha cedido a un mundo despiadado por desesperación o debilidad. A decir verdad yo supe cual sería mi destino desde que sus manos me tocaron la cara, sus frías manos como las estatuas de Roma. Se lee la obra de Stocker en los colegios y ella en serio esperaba sorpresa de mi parte, ser inmortal no te quita lo ingenuo al parecer. Debo aceptar que no es tan poderoso contar esto comparado con la triste historia de un amante vengativo, o un guerrero caído en batalla sucumbiendo a su lujuria de guerra, no soy una dama victoriana descubriendo nuevas pasiones, no soy ese hombre estoico de la filosofía que trasciende la humanidad cazando monstruos. No. Soy aquel que notaba el sabor ferroso en el vino que compartía, soy aquel que veía las vitrinas de las tiendas para ver su reflejo solitario vagando por el centro sosteniendo el aire. Lo cierto es que Victoria era un vampiro desde que la conocí. Su sombra se movía con vida propia cuando abría mis ojos al besarla, las personas que invitamos a nuestro aposento terminaban enfermas y muertas, los animales huían y sentía el poder inefable al probar el néctar de sus besos. Me había enamorado de un huracán y finalmente logré esclavizar las sombras hasta que les pude dar nido en mi pecho. El distanciamiento era obvio, una técnica para desarrollar dependencia, sus palabras siempre esconden mentira y su paladar tiene un final amargo. Empezó como envidia y luego mutó en ambición, mi bancarrota moral era producto de ver erguirse por encima de la humanidad a alguien que no fuera yo.

Al final de esa séptima noche, cuando por fin vi mi cuerpo seco de humanidad y sentí las sombras obedecerme, me erguí con mi cuello aun goteando las últimas gotas de sangre.

“Quiero ser un dios.”

“Lo serás amado, siempre que estés a mi lado.”

Usualmente uno cuenta que dice una línea tajante antes de la acción, pura ficción histriónica. Nadie dice nada antes de hacer lo que hice. Oculta en la cama había una cruz de plata y, maldita sea, como quemo tomarla pero más la quemó a ella cuando la puse en su pecho. La carga de la pequeña cruz se volvió una carga inamovible, su pecho se hundió mientras escuche sus costillas romperse y la piel pálida de su cuerpo quemarse. De nada sirve la apoteosis si se da de a pocos, de nada sirve tener el poder de dioses en las manos si es por un instante, solo para hacerse adicto y yo soy mucho más que eso. Mis colmillos se hundieron en su cuello por vez última, ya no pequeños sorbos, ya no respetando su límite y ya no sometiendo mi voluntad a sus impulsos. La drene hasta la última gota y mientras lo hice su cuerpo se retorcía y sus uñas se clavaban en mi cara y brazo, ya no con ímpetu lujurioso, sino con el aferró que tiene un animal aterrorizado de la muerte. Con su último aliento maldijo...¿el amor? 

A esta fecha sigo sin entender como un ser así puede amar, como alguien como ella puede decir que ama. Siempre ignorando límites, buscando mascotas en sus parejas, domando a lo indómito, quebrar lo inquebrantable. Cuantos cadáveres había tras de ella y que tan llenas de sangre eran sus pisadas aun antes de beber sangre. Por vez primera, al huracán le habían soplado y eso hizo que ahora verdaderamente su vida palpitaba dentro de la mía. Ahora, en mi defensa, no por que quiera demostrar que tengo plataforma moral aquí o justificarme, pero en el instante en que sus últimas gotas bajaron por mi garganta y pude ver su alma; supe de inmediato que su plan era romperme el cuello a media noche. Como dije, todo mundo sabe el folklore de estas historias y aun así en su miopía ella pensaba que al hacer eso me convertiría en inmortal. Las personas parecen amar destruyendo.


Del recuerdo de mi apoteosis la verdad que no es el fuego en mi pecho lo que atesoro, no es la sinfonía de gemidos, no es esa semana de deprave ni el delicioso y curvilíneo cuerpo de Victoria entre mis manos terso como el de Persefone. Lo que de verdad atesoro fue ese encuentro hermoso y efímero bajo las estrellas incontables, es el dulzor de su voz, es la calidez de su abrazo, es aquella estrella fugaz que tal vez no vi por besarla que percibo en los prismas de su memoria. Es ese instante de amor antes del deprave, antes de la guerra, antes de la muerte, eso es lo que atesoro, así es como la recuerdo. Un amor antes de la guerra y procuro atesorar el amor. Ese instante bajo las estrellas pudo durar para siempre y estaría bien. Pude haber muerto ahí mismo y habría sucumbido con una sonrisa en los labios. Claro, sería una muerte de debilidad, aquellos que quieren persistir en este mundo de lucha eterna deben luchar. Amar es vivir, vivir es luchar y ahora que viviré por siempre, lucharé hasta que el tiempo se doblegue y se rompa.


III

Usualmente luego de el apropiado debut sombrío, uno posee alguna figura mentora; alguien que sostenga la mano torpe mientras se aprende a caminar sigiloso por la noche. Bueno, en mi caso había perdido esa posibilidad, pero era sin duda para mejor. Nada de relaciones de poder ni de manipulaciones por cenizas encarnadas. Lo que tenía dentro mío era más que suficiente, aunque siempre es buena idea complementarlo con investigación y la lectura de tomos prohibidos. En este caso en particular, no había que ser vituperado por libreros ansiosos al obligarlos a vender tomos carcomidos; es bien conocido el tema por cualquiera que quiera y libros románticos y de terror sobran. Debía ser fino, pero bastaba solo con sortear la realidad de la ficción.

En ciertas historias se cuenta que los hijos de Cain tienen círculos sociales y políticos complejos que se construyen como oligarquías o sistemas piramidales, algo un tanto irónico dado que usualmente son más personas distantes y hastiadas de la pompa innecesaria. Al menos en mi ciudad, existía un pequeño aquelarre que, según los recuerdos de Victoria, era más un club literario que compartía sus experiencias de vez en cuando. En estos casos el individualismo funcionaba de maravilla para la discreción dado que si uno era descubierto, los otros sólo podían ignorarlo y seguir viviendo. Había una pseudo religión en torno a sus ancestros, ahí fue cuando me percate que el acto de comerme a mi superior era un pecado imperdonable. Muy a tono con el status quo que el más pequeño sea marcado odiosamente por comerse al grande, muy irónico dado que esto fue justamente lo que condenó a Caín y lo hizo tan digno de su veneración. También habían tendencias satanistas muy claras, pero no en el sentido barato de cruces invertidas, que dicho sea de paso son símbolos cristianos, sino en cuanto a la filosofía individualista de autoveneracion; esa parte me gusto y termine leyendo mucho al respecto. De esta información lo más importante era que ahora que Victoria estaba muerta, viviendo en mis venas, nadie vendría a buscarla y menos a buscar venganza. No obstante, esto no me dejaba exento de discreción dado que sus amigos del aquelarre todos pululaban como sombras en mi gremio. Igual, no iba a llegar a trabajar una mañana con una camisa que dijera “soy vampiro” o cambiar la placa de mi auto a “dr4cul”. 

Tras la lectura se me hizo necesario listar y cotejar mis nuevos poderes. Conócete a ti mismo y el mundo será tuyo. Por tanto puedo convertir a otros en mis lacayos, volviendo a humanos adictos a mi sangre o engendrando nuevos impuros. Puedo mantenerme joven e inmortal siempre que siga alimentándose, como las medusas. Las sombras pueden condensarse en alas, puedo estallar en una nube de murciélagos y deshacerme en niebla permitiendo volar. Las tinieblas no ocultan nada para mi y puedo hundir mis dedos en concreto para trepar. Mi forma es mi elección, sean animales, sean bestias imaginarias o incluso otras personas; mi carne es mi propia arcilla y me termine convirtiendo en un gran orfebre. Las criaturas responden a mi llamado y mi mente terminó por crecer en poder al punto en que los hombres y las mujeres se tornaron otra marioneta más, en este caso en particular mi logro más grande fue invocar una estampida humana en un concierto. Además, el clima responde a mis emociones, sumamente útil pero todo un reto debo admitir. 


No tardé mucho en descubrir mi capacidad para la magia. Comenzó sencillo, recordar la manera en que Victoria parecía invocar fantasmas y jugar con las sombras. Por supuesto logré imitar estas hazañas con relativa facilidad, meros trucos de fiesta. Sin embargo yo ansiaba más. Experimentando logré adentrarme en la mente de otros, logré plasmar las sombras en cristales sólidos y hasta blanditas como arma. Logre hablar con muertos, con ascendidos y finalmente arrebate un innombrable familiar de uno de los siete dioses prohibidos que tienen por séquito una secta terrible que fue quemada durante la colonia, dado que sus horrendos sacrificios se volvieron tan terribles que incluso otros brujos construyeron la hoguera y le encantaron para evitar que sus malignas sombras mancharan esta tierra. Durante este tiempo logró pactar con ese oscuro dios conocido como el abismo y aunque no lo veneraba como suele hacerse, grandes fueron sus regalos y grandes los tributos que le concedió. Los flagelos negros de mi familiar ahora eran mios para doblegar y devastar, ahora mis poderes eran magnificados sobre todo en las noches sin luna.


Tuve mucho que desmenuzar en torno a mis debilidades. Primero, el sol no me mata, pero me vuelve funcionalmente humano y aumenta por su exposición constante y por la falta de descanso, mi terrible apetito. Las cruces o símbolos religiosos me son detestables, pero no más de lo que me eran cuando aún era humano por completo. Las migajas en el piso y los cuerpos de agua no eran un impedimento aunque sí lo era el ajo y la plata. Me dolió muchísimo despedirme de la comida italiana y mi joyería favorita a decir verdad. Algo particular es que en torno a ciertas de estas debilidades notaba tras de la tradición la constancia de ser una magnificación exagerada de traumas o tendencias patológicas que existían ya en los personajes de las novelas o incluso de propios vampiros dentro de sus diarios. Sus depresiones, ansiedades, traumas, negaciones, sus vicios, ambiciones y obsesiones se vieron acrecentados al recibir el atronador beso de la inmortalidad. Sea el cúmulo de siglos sin terapia o el resultado inesperado del oprobioso pacto, me quedaba a mi descubrir cual sería de estas tendencias mi perdición.



Capítulo 2


I

Las décadas pasaron como arena en el reloj y el cambio fue lo único constante en este mundo. Pronto era el inicio de un nuevo milenio y ahora estaba de moda en ciertos círculos mis oprobiosas tendencias. Himnos se alzaban a mis antecesores, la gente se vestía como pensaban que nos vestíamos, se maquillaba como pensaban que nos veíamos y hasta follaba como creían que follabamos. Fue hermoso. Para entonces ya había cambiado varias veces de hogar, de trabajo y hasta de nombre, pues luego de un par de décadas la gente comienza a sospechar que su jefe de cincuenta o sesenta años no tenga una sola cana. Cambiar mi apariencia era sencillo pero por alguna razón, sin importar que tanto moldeara mi rostro para parecer famoso o qué criatura terrible adoptará mi lugar, nunca lograba envejecer correctamente. Cabellos grises en rostro de niño, arrugas excesivas en lugares equívocos; no entiendo, sencillamente nunca logre moldearme para envejecer correctamente. Seré muchos, pero siempre tendré estos 35 años. Había escalado la pirámide social de donde vivía una y otra vez, había esgrimido tretas y planes para acabar con enemigos, incluso una vez me enfrente con un pequeño club determinado a exterminar a los de mi clase, todo muy mundano y un poco aburrido. Durante aquel tiempo había logrado amasar una diminuta fortuna tras una serie de inversiones y bueno, la ocasional hipnosis y consumo de uno que otro anciano elitista que no sospechaba de alguien con una mirada más vieja que sus manos. Había logrado comprar una serie de tierras a lo largo del país y me disponía para edificar un hotel cercano a una playa en el Pacifico Norte.


Por otro lado, mi práctica privada había tenido un brote exquisito y era ampliamente reconocido en mi campo, cosa que me incomodaba bastante dado que atrae demasiada atención. Recuerdo que en uno de tantos congresos me vi particularmente obligado a asistir debido a una ponencia muy controversial sobre el sesgo para la atención que genera la guerra contra las drogas, con una adenda sobre posibles beneficios para la salud pública que la criminalización y legalización podrían generar en el país. Temas controversiales como este me atraían de sobremanera, pero en particular me llamaba la atención el nombre del expositor: Baltazar Erebus, un psiquiatra con una carrera envidiable. Asistencias en Europa, Pasantías en Canadá y Australia, numerosos artículos abogando por investigación sobre componentes de sustancias chamánicas, una amplia experiencia en la trata de adicciones y por sobre todo, todo esto a la edad de 35 años. Sospechoso.

El congreso se llevó a cabo en un hotel en las faldas de un volcán activo, las aguas termales, el infierno verde de la selva, la lluvia de fuego ocasional eran vistas que dotaban toda la ponencia de un aire exquisito y reavivaron mi corazón. De entre todas las personas que me daban su néctar, de todas aquellas que sostenía adictas a mi poder, una de esas goticas infantiles fue elegida para acompañarme; principalmente por que era una de mis enfermeras de mayor confianza y la única persona en mi vida que en aquel momento sostenía como cercana a un igual. La estaba preparando para su apoteosis en algún momento, o al menos lo consideraba.

Era un ambiente sumamente romántico y debo admitir que me deje llevar por pasiones que tras las décadas había considerado ya perdidas en el mar de hedonismo. Hasta los placeres de la carne se sentían monótonos pero esto no. Sus ojos café y su piel de deliciosa porcelana contenían el tejido exquisito de curvas letales. Sus labios eran deliciosos y sus manos se sentían cálidas sobre mi piel helada. Había olvidado lo rico que es estar vivo. Había olvidado la delicia del romance.

Por 6 días balancee el ser atento e importante durante este congreso con el estar ebrio más allá de la posibilidad de cualquier humano por las noches. El oscuro sexo con mi acompañante amasaria una nueva clase de pecado para aquellos de mi clase, pero para nada me importo. Para la mañana del septimo dia mi corazon latia por momentos y tanto mi sed como lujuria estaban saciadas. Hasta podría ser que redescubrí el amor.

Finalmente vino la ponencia de Baltazar, brillante. Aquellos tradicionalistas que se oponen al cambio y nuevas posibilidades estaban rojos de ira y se intentaban esconder tras sus copas. Las preguntas eran sagaces y malintencionadas pero hablamos de alguien que es pionero en su campo, poco hay que ellos sepan que él no. Además, se notaba el fuego en sus ojos, y a sus detractores la humillación les cayó como lluvia dorada. Luego de la ponencia, Baltazar no disimuló y se sentó a mi lado en el bar del hotel.

“Te vi poniendo atención a la ponencia, no juzgando, no iracundo, debiste ser el único verdaderamente escuchando.”

“Bueno, es un tema controversial y aún la gente no acepta bien el cambio a un paradigma nuevo. Menos de tantos años de guerra inutil contra la tendencia humana a exaltar su mente de alguna forma.”

“Exacto. Me sorprende tanto. Siglos antes de que los españoles tan solo pensaran en poner un pie aquí ya se estaba tratando la depresión con viajes chamánicos que curaban el alma. Digo, nosotros tardamos milenios en tan solo iniciar a abordar el problema de verdad cuando vieron que un antituberculoso era útil en psicóticos.”

“Creo que fue tal vez antes pero entiendo el punto.”

“Sabes, los griegos veneraban a Dionisio por que creían que en medio del frenesí de vino y drogas creían alcanzar cierta iluminación, le llamaban el sol del inframundo incluso. Siempre me pregunto si estaremos viendo las cosas desde la perspectiva equivocada.”

“Vino, locura, muerte, suena como una excelente fiesta, brindo por algo así.”

“Es curioso, Eco. La gente siempre desea vorágines así y luego no soporta su mundo derrumbándose para dar lugar a uno nuevo.”

“El cambio es la única constante, pero nuestros impulsos más básicos siempre son los mismos.”

“Brindo por eso.”

“Por el cambio.”

“Por el cambio.”

“Usted tiene un nombre de otras tierras pero un rostro particularmente... nacional.”

“Le gustan las teorías viejas por lo visto.”

“No.Es mi forma de preguntarle de donde es.”

“De aquí, justo de este pueblo provengo, a las faldas de un titán dormido como en Pompeya.”

“Aquí el titán no duerme, solo hace tanto berrinche que no le quedan fuerzas para destruir. No aun.”

“Cierto. Aunque debo admitir que me siento como de todos lados, viví mucho tiempo en italia y casi siento tener recuerdos de ser un jovenzuelo caminando entre palacios derruidos o un guerrero ansiando gloria en nombre de Roma. Tal Vez siento muy vívida la historia y casi siento haber visto a Mussolini hablar como el trueno y luego colgar como un perro.”

“Ah, la historia. El cuento semi inventado para no repetir errores de un pasado olvidado. Nadie le hace caso. Eso si no cambia.”

“En efecto.Debo admitirlo, soy un gran admirador.”

“Que romántico. Pero creo que soy yo quien debe decir eso.”

“Para nada, casi siento que lo conocía antes de verlo por vez primera.”

Esas palabras resuenan en mis oídos y rompo contacto visual para meditar en ellas. Cuando alce la mirada, Baltazar no estaba y había dejado su bebida sin terminar. Nosotros no podemos embriagarnos de alcohol, pero al beber sangre humana bajo los efectos de una droga, absorbemos el estado alterado. Así es como consumimos sustancias, por proxy. Algo importante para considerar si deseas que tu dieta consista de “indeseables” sociales. Muchos de los que se ven palpitando en cloacas como ratas bueno, tuvieron su destino por que en nuestro caso en efecto somos lo que comemos.


II

Graciela es en sí misma el cielo y el infierno. Mi relación con ella es tan dulce pero la he visto titubear ante la noche. Creo que no desea el regalo de la eternidad. Supongo que incluso cuando le puse el anillo, unos años después del congreso donde se me hizo especial, ella siempre añoro tener una relación de “eternidad con beneficios”. No entiendo por qué aceptó si ella sabe bien que un por siempre conmigo es verdadero. Tal vez miedo, tal vez por que los humanos no comprenden verdaderamente el significado de eternidad. Tal vez a mi también se me escapa.

El hotel ha tardado demasiado en construirse, principalmente por que los obstáculos eran demasiados, primero la municipalidad, luego la mafia de empresarios que querían la zona solo para ellos, mierda hasta los impuestos han generado obstáculos lentos y trabajosos. Solo dos años han pasado pero siento que fueran décadas con lo harto que me tienen los estúpidos juegos del hombre. Tal vez inventaron la burocracia para deshacerse de nosotros, que si bien vivimos largo tiempo, tenemos siempre en nuestro pecho ese sentido de urgencia que empapa todo. Tanto tiempo y aun así queremos todo ya, debe ser un vestigio como aquellas tendencias que ante el sacramento se ven magnificadas.


A la municipalidad solo hubo que hipnotizar a un par de personas, volver a servidumbre a otros y pronto cedieron. A los impuestos bueno, hubo que sobornar al estado, o sea le pagamos. Pagamos los impuestos. Toda taza de estas se siente como un robo, como si drenan mi sangre, irónico, el estado es el mejor vampiro. Bueno, lo ultimo fue ese cruce con la mafia. Un par de aliados con dedos cortados y golpeados fueron mis bajas. A ellos tuve que manejar personalmente y comerme a la cabecilla, el dueño del hotel Ludo Mentis. Una nota póstuma dejaba todo a un consorcio hotelero de sus amigos a quienes solo tuve que pedirles que transfirieron todo a mi nombre. No trucos, ni magia, ni sangre. Solo pedí amablemente y mencioné que la desaparición de su amigo fue desafortunada. Con el crimen organizado no se juega, pero usualmente si les rascas la espalda ellos raspan la suya y era obvio que Marciano no era el miembro más amado de sus filas. Llegamos a un acuerdo, ellos vivían su vida y yo la mía. No tengo planes de quitarle a otros lo que es de ellos, pero usualmente la gente viene a mí con esas ideas y bueno, es casi un insulto dejar a alguien bailando solo el waltz de la guerra.


Graciela estaba vestida preciosa, un vestido de playa amarillo con anaranjado le tallaba el cuerpo en los lugares indicados y la dotaba de una elegancia increible. Mi ropa era aburrida, lo usual, una camisa playera negra con un pantalón blanco, parecía un narco. Odiaba ese atuendo. Estábamos reunidos haciendo una gran pompa de poner las primeras piedras para los cimientos del hotel y un amigo recomendó de paso ir preparando la mezcla e iniciar cuanto antes la construcción real fuera de las pompas. El pequeño, minúsculo asunto, es que cuando yo me disponía a irme escuche gritos desaforados de hombres adultos. Gritos como de niños, una cosa terrible ver a hombres atemorizados así. Resulta que al verter la mezcla lo que salió no era gris, sino una oprobiosa mezcla rojiza que según el maestro de obras sería inutil. Era sangre, vertieron sangre en mi obra. Mi castillo desde sus cimientos estaba manchado de sangre. Que apropiado.


Hubo que llamar a la policía y yo añoraba que fuera tan solo una broma, un rito de esos romanos para bendecir la argamasa, pero no. Era sangre humana, lo que a la policía le tomó una semana a mi me tomo un olfateo. Siete personas distintas, sus nombres no los conocí hasta que cotejaron el ADN. Eran personas que llevaban años desaparecidas, turistas en su mayoría, todos italianos. Esto lanzó a las autoridades en una cacería tras mi cuello, al menos por unas semanas. Revisaron todo, mis cuentas bancarias, mi hogar, carajo les falto poco por indagar mis cavidades e invadir la privacidad de Graciela. Dicho sea de paso esto hubiera detonado mis tendencias nocturnas. Al final de esas semanas de retraso me vi inocente, irónico, y pude continuar las obras de construcción. El caso supongo que se volvió a enfriar pero no logré deshacerme de un detective que continuaba atacando incluso varios meses después. De vez en cuando una llamada, una visita para repasar coartadas y uno que otro auto merodeando por el barrio en la madrugada. Normalmente esto no sería un problema para una persona, pero para mi, significaba el más inaudito sigilo. Terminé teniendo que racionar la cava especial que ocultaba tras una puerta falsa en el sótano. Termine ahora si, logrando envejecer por vez primera. Mis cabellos se platicaron, mis manos se alargaron un poco y finalmente mi voz se cansó un poco, pero el naranja opalescente de mis ojos no se apagó, nada apaga mi fuego. Porque eso soy, un fuego que lo consume todo. Eso es la vida, caos cristalizado que se consume y se consume.


Me veré calmado, pero he calculado por todo este tiempo mis sospechas. Para mi era claro que estaba bajo asedio pero no entendía por parte de quien. Converse con los hoteleros y tras romper un par de cuellos y beber unos cuantos litros me percate que no eran ellos. Recuperé mi juventud un poco pero aun no estaba a plenitud de mi fuerza. El acoso policial era excesivo y de no ser por que estos tipos cuentan con inmunidad de facto, habría sido sumamente problemático. Con un rito oscuro logré indagar las mentes de mis adeptos y, aunque semillas de rebelión palpitaban en el pecho de algunos, ninguno se atrevía a ponerse en riesgo como para dañar no solo su fuente de vida sino su trabajo. Era una amenaza externa, un enemigo, un nuevo obstáculo esta vez desconocido. Esto me llenaba de un temor indescriptible y de una ira inacabable.


Meses pasaron y noté a Graciela queriendo decirme algo pero incapaz de hacerlo. No era una infidelidad, dado que ambos éramos huracanes andantes y nuestro vínculo no nos arrebataba del mundo. No era traición pues podía leer su mente, aun asi habia algo que no podía ver y no lograba saber que era. Esto era una bandera roja y me hacía entender la naturaleza de mi amenaza. Mi silencioso acosador era otro vampiro y tal vez me estaba nublando la mente. Luego un día recibí un llamado, una invitación para probar un vino exquisito que introducirán al país en unos meses. Muy privado, muy elitista, muy pomposo el evento. No mi tipo de situación pero la persona que concertaba semejante ocasión era un viejo conocido. Baltazar. Llegue al restaurante vestido de negro con una corbata roja. Curiosamente está vestido de blanco con una camisa negra. Me miró un par de veces con sus ojos de fuego y de inmediato supe lo que pasaba. Luego de un rato se sentó frente a mí en la terraza.

“Te veo mas viejo.”

“El tiempo corroe a todo amigo.”

“En efecto, pero no tus ojos.”

“Ni los tuyos.”

“Veo que te gusto el vino.”

“Si, hace rato no bebía y debo admitir que ese sabor ferroso que deja al final es increíble.”

“Eco...”

“Baltazar esto no es un baile de disfraces, puedes lanzar la máscara al piso, esa aura negra nada la esconde.”

Baltazar se sonrojo de verdad y sus gestos pasaron rápidamente de sorpresa a ira a esa fachada inexpresiva de siempre.

“Sabes entonces como logre tanto en tan poco tiempo.”

“Es muy fácil cuando se tiene 35 por mucho tiempo.”

“Acusatorio.”

“Para nada, mi abismo reconoce el tuyo. La vida es aquello que nos toma más tiempo en hacer, lo que nos dura una eternidad.”

“Para unos para siempre dura más que para otros. Tanto tiempo la gente solo se enfrasca en faenas repetitivas e idiotas, solo va por ahí queriendo construir imperios que luego solo caen. Forma lazos que luego ven romperse. Venimos sin nada y nos iremos así, es mejor continuar libre de cadenas y afrontar la verdadera libertad.”

“Libertad... La libertad no es no tener cadenas, sino escoger cuales conviene tener, un ancla y una orca son lazos pero uno salva la vida y otro la quita.”

“Las anclas son para los débiles. Yo te admiro demasiado como para verte sucumbir ante el peso de las cadenas como un león domado.”

“Tu recomendación sería entonces que me vaya a la montaña a meditar y comer jaguares, libre pero aislado de tantos placeres.”

“Todos ya somos solo soñadores en una cueva, bien podrías hacer eso y serás más libre que ahora. Podrias merodear la tierra como una sombra o...”

Lo interrumpo.

“O aparecer de vez en cuando solo para regodearse como un niño tras hacer una travesura. Sos demasiado inmaduro.”

“No, es que no entiendo por qué el cambio Eco, sos tan libre, tan vos... No me calza esta fachada en quien me transformó.”

“Baltazar yo no he engendrado a nadie y de ser así, no sería tan irresponsable de abandonar a mi ahijado a su suerte. Mínimo yo si leía Frankenstein.”

“Mentiras, mentiras Eco. Amor Omnia Vincit”

Latin. Mierda, Baltazar se fue como un rayo antes que pudiera seguirlo, sigo muy débil y los oficiales aun me acosan, pero ya mi adversario tiene nombre, tiene rostro. Parece que Baltazar ha estado siendo una nube sobre mi cielo, según sus palabras hace todo por admiración, por amor. Cree que soy su progenitor y no le gusta verme simulando ser mortal, debe haber una transferencia extraña ocurriendo, una proyección patológica quizá. El problema es que sus palabras me llenan de temor pues esa partida precipitada y ese deseo obsesivo por verme “libre” me dicta que solo puede haber un resultado de esto. Sangre derramada.

Corro, no. Vuelo. Vuelo hacia mi hogar donde encuentro a Graciela sorprendida, nunca me había visto con miedo. Ella está bien pero creo que he cometido un pésimo error. Claro. El no sabe donde vivía, deje la ventana abierta al entrar, estoy muy debilitado tras esta faena pues llevo semanas sin comer. De pronto, justo mientras descubro su plan una voz trémula rompe el silencio.

“Cometela, Eco. El fin del ganado es ser comido.”

“Estas ciego, imbécil. Yo me como a quien yo quiera.”

“Este vínculo es tu muerte, mirala. Solo unas semanas sin comer y apenas puedes ponerte de pie. Hasta tuve que ir despacio para no alcanzarte. Es esta mujer que te debilita. Es mantener la fachada humana lo que te calcina.”

“Baltazar idiota, no la voy a matar.”

“Solo bastó darle unas gotas de mi sangre mientras dormía en la playa un día y mi lazo rompió el tuyo. Debil. Este no es mi progenitor amado.”

“No soy tu padre, recuerda cómo fue que te crearon. No tuvo que ser hace mucho, concentrate.”

“Yo adquirí la divinidad por mi cuenta, bebí de una tumba romana en un paseo por Italia y nací en Pompeya en 1342 y escalé los alpes y fui médico, fui sacerdote y fui soldado y fui...”

Por ratos Baltazar comenzaba a hablar en lenguas que no conozco, italiano, latin, francés... Maldita sea, se degenero.

“Contame de la gruta, de la tumba.”

Le dije mientras tomaba una daga que tenía oculta en un librero.

“Yo... turista, paseaba por una catacumba romana. Abrí un ataúd luego de perderme... Sangre es vida.”

Graciela estaba petrificada pero actuó antes que yo tuviera el valor de hacerlo. De una funda oculta en su vestido sacó un revólver de 6 balas y disparó todas en su frente dejando un hueco de lado a lado en su cráneo. Baltazar se golpeó la cabeza con las manos varias veces antes de caer al piso. Salvados.

Un beso de victoria marcó la celebración, la despedida. Por un momento tuve la claridad de decirle, las balas no estaban benditas. Justo cuando iba a dar la estocada final el cadáver se reanimó y en vez de atacarme a mí se abalanzó sobre Graciela y le dreno hasta la última gota. Claro, temáticamente apropiado, el hueco en su frente no se cerró. El maldito bastardo dejó sus sesos en el piso de mi casa y se llevó a mi amada a cambio.


III

Aquí cabría mencionar ampliamente un delicioso y poético homenaje a Graciela. Hablar de su funeral en el que fue cremada con una corona de girasoles y ese precioso vestido amarillo. Unas páginas dedicadas a mi llorando en un cuarto vacío y tirando botellas de vino y bolsas de sangre contra la pared. Uno maneja los lutos diferentes. Si, me enfrasque, pero para estudiar y volverme mejor en mi profesión. Estudie libros mas negros y prohibidos que dan verguenza hasta al diablo por su existencia. Luego, cuando me sentí listo, salí. Retome mis negocios, viaje por todo el mundo y cuando me di cuenta una nueva década se gestaba. Los celulares comenzaban a convertirse en los pilares de la sociedad y el internet controlaba las mentes de los jóvenes. Se alzaba ante mí una distopía cyberpunk en sus patéticos inicios.

Me dediqué luego de un tiempo a beber, follar, fiesta, caos. Casi había olvidado por completo que era un vampiro. Luego un día todo eso cambió cuando un hombre de traje se sentó junto a mí en la piscina.

“Eco.”

“Maldita sea.”

“Eco, soy Levi. Mis pocos amigos vivos me llaman Capricornio.”

“Que apodo mas estupido, le ofrezco vicio y diversión. Si quiere algo más váyase al diablo.”

“De ahí vengo, imbécil. Tengo tarjeta de cliente frecuente al infierno y estoy confinado aquí a beber y matar. Imagino que le suena familiar.”

Escupo mi trago.

“Un hijo de Caín viene ante mí sin invitación. Que falta de cortesía.”

“Es un caso especial, sabe, son muy pocos los que devoran otros vampiros y su olor permea toda la provincia, no fue difícil encontrarlo.”

“Y ahora moriré supongo.”

“No. Lo necesitamos. Usted sabe que es muy poco común que nos conformemos en sociedades y que seres tan individualistas como nosotros usualmente ni solos se soportan.”

“SI.”

“Bueno, tuvimos que formar una... llamémosle una capilla en el centro del país, para protegernos. Las autoridades se han obsesionado con nosotros últimamente porque un imbécil ha estado profanando nuestra discreción.”

“Baltazar.”

“Exacto, ha estado fuera de control. Tomó bajo su mando unas pandillas y anda delirando con ser centurión y tomar Roma.”

“Se degenero...”

“Vea. Necesitamos que se encargue de lo que dejó sin terminar hace años o nos van a matar a todos. Esto es una traición terrible a los ancianos y las tradiciones pero, no hay de otra. Su cuerpo envejece y necesita el poder que una vez ostentó. Le dejo la ubicación en gps de un sistema de cuevas bajo la capital. En el punto señalado encontrará la fuerza que necesita si tiene el valor de tomarla.”

Acto seguido partió. Este asunto no era un tema de venganza, era un tema de supervivencia. Había olvidado lo bello que era mi cuerpo, había olvidado lo bello que follaba, me dejé perder en las arenas del tiempo por un luto innecesario. Si bien a Graciela la amaba, mi reacción radica de que por vez primera, me había hastiado de vivir, había perdido el propósito. Bueno, esto va a cambiar. Mi propósito de vivir siempre fue vivir, soy una máquina que marcha a toda fuerza hacia ningún lugar, igual que la sociedad humana. Partí de mi hogar a esta urbe de mierda y concreto. Escarbe sus entrañas y por días vive oculto recorriendo aquello que hasta los pueblos originarios dejaron olvidado. En el punto señalado, había un ataúd de piedra con inscripciones sagradas. Lo abrí. Había una momia seca pero adornada con jade y oro, los ornamentos no eran de un cacique, eran para una deidad, sin embargo cuando hice mis averiguaciones, no encontré rastro de este ente así que supuse que los atavíos eran robados y su propia tribu la condenó al olvido. Unas gotas de sangre la revivieron. Era hermosa, sus pechos deliciosos y sus curvas de perdición albergan un placer inimaginable. Por varios días, semanas o meses, estuvimos encerrados en esa cueva comiéndonos entre nosotros hasta que en medio del delirio opiáceo de sus muslos, finalmente me vi con suficiente fuerza para destronar a una diosa. Ahí fue cuando entendí el mal que plagaba a Baltazar, el pecado del canibalismo entre vampiros. Como un cántaro puede contener un mar? Así mi alma tenía problemas para asimilar lo que consumió. Entendí con claridad que no era yo quien destruía todo lo que amaba, era Victoria. Siempre fue Victoria. Entiendo que hay mucho más poder que uno asimila al consumir a alguien. Nyandare me enseñó su vida, su muerte y sus siete vidas nuevas. Pase semanas tratando de limpiarme de los recuerdos, de las almas, de las vidas y finalmente con mi nuevo poder logre redibujar mi identidad como un cristal impoluto. En el pecado había encontrado virtud.


IV

Había emergido de las catacumbas en medio de una luna llena y llevaba conmigo un nuevo poder. Un insanto y negro arremedo de vida, ahora podia levantar a los cadaveres de sus tumbas. No esas baratas porquerias de despojos que se mueven arrastrando sus cuerpos, no, guerreros curtidos por el fuego del infierno domando y mutando un cuerpo humano. El horror.

Baltazar palpitaba como un cáncer en medio de la ciudad y volé para prepararme y encontrarlo. En el cementerio general, un solo comando hizo las puertas del infierno abrirse y un ejército nació. La mente de los hombres se nubló y la niebla cubrió la ciudad, todos dejaron el centro desierto. Esto llamó la atención de Baltazar que ahora andaba por el nombre de Decimus Maximus. 

Durante el tiempo que me encerré a estudiar perfile a mi enemigo. Ayudado por una diminuta gota de sangre que dejó en el piso de mi hogar y sus sesos. Resulta que Baltazar si hubiera nacido en mi siglo, tal vez hasta fue compañero y colega mio. Durante un viaje a Italia encontró el cadáver de un anciano y este lo engañó para consumirlo. Por supuesto, Baltazar no logró conciliar el alma de su presa con su propia alma, su identidad se difumino y se perdió irremediablemente. En este punto estaba completamente consumido asumo. Un trastorno neuroconductual progresivo es terrible en un humano, degenera todo, ahora infringir el mismo daño en un ser que es un vector de caos, deja como alternativa más segura una bomba atómica. Baltazar o, debo decir, Decimus, me había confundido con su progenitor que vagó por europa largo tiempo antes de desaparecer, tal vez hastiado de existir. Claro esto dejó al neófito con problemas de abandono y un apego patológico. Los cadáveres en mi mezcla eran una bendición para él, la muerte de Graciela una limpia de debilidad, una “decimatio”. Finalmente lo había entendido todo, me topaba frente a un guerrero sin raciocinio. Imagino gran estratega pero estoy seguro que si no tiene aun ese hueco en su frente, es igual que si lo tuviera. 

Mis sombras y yo volamos hacia un parque donde Decimus tenía acampando a sus pandillas. Estaba tan lleno de ira que lejos de hacer llover, hice tronar tanto que parecía que les llovió fuego. Ellos respondieron con plomo y me dejaron ver sus formaciones. Se que no tengo su mente estratégica pero lei de guerrillas. Los truenos los distraen y diezman mientras lentamente realizó ataques furtivos entre sus filas, desbalanceadas y atemorizaban a sus hombres, pues eso son. Hombres.

Embravecidos por la droga y el vicio mataron muchas de mis huestes, momento en que nuble sus mentes y lance sobre ellos enjambres de ratas y bestias urbanas. Aun así se reagrupan en torno al centro del parque, no lograba verlo pero sabía que estaba ahí. No peleaba el cobarde, dejó morir a casi todos sus hombres antes de lanzarse a blandir espada contra mis creaciones. Las sombras, las sombras devoraron a los últimos de ellos y su espada terminó por diezmar a mis criaturas, pero aun así tenemos la ventaja. Quiso escapar pero mientras mis hijos peleaban yo ya había marcado el parque con runas malditas, creando un escudo del que los engendros no podrían salir. Penetre la barrera. Solo uno debe permanecer.


Sus hombres pelearon con una disciplina increíble producto del miedo y su encanto inmoral, los míos tenían su alma atada a mis caprichos por decreto de un dios de la muerte. No somos lo mismo. Cuando lo vi mucho distaba de aquel compañero con el que compartí un vino. Era un engendro de 4 metros de alto y puro músculo. Su torso desnudo mostraba la marca de muchos caracteres romanos, para ellos esto significaba esclavitud, verguenza, un cesgo que percutio en tiempos recientes con los malos ojos hacia los tatuajes. 

“No ocupaste permiso para entrar a mi morada. Se que Graciela concertó con vos y te dio paso.”

“Te castre con esa infidelidad.”

“No. Te condenaste. Yo mantengo mis apegos y mis vínculos pero nunca me quitaron la libertad, más bien me la daban. Te doy la oportunidad de rendirte aquí y ahora, no ocupamos pelear como niños. Las luchas de inmortales son sumamente prolongadas, ve la historia humana, guerras que duraron siglos, rencillas étnicas y raciales. Detrás de muchos de esos conflictos hay uno que otro esperpento jugando a ser inmortal y usando humanos como su tablero de ajedrez. Mierda, países enteros se formaron en torno a eso, quizá tu amado imperio también, Decimus.”

“Aquel que vive por la espada, muere por la espada.”

“Cierto, el problema aquí es que quisiste una lucha de voluntades y trajiste al campo de batalla tu mente rota y tu alma envenenada. Yo había envenenado tus pozos desde antes de levantar mi mano.”

“Lo dice el cobarde que no pudo defender a su mujer.”

“Bruto, mucho musculo y su mente nublada. Ella se suponía que me defendería. Un adepto que se adentro al abismo no solo combate con filo y espada. En su sangre había atado un poderosísimo hechizo, un virus mental. Un egregor que se posará en tus hombros y consumirá tu mente, excita tu autodestrucción. Pense que funcionaria haciendote suicidarte en silencio y calma, pero veo que esto fue un completo desastre. No sopese que un soldado tiende a mandar hacia su destrucción a miles antes de morir el mismo. Debo ser sincero, no conocía tu pasado y ese fue mi error.”

“Envenenado... Semejante traición de mi amigo, de mi padre, de mi hermano.”

“No soy nada de eso, a un amigo no se le llama a la guerra y vos, borracho de sangre pendenciero, eso hiciste.”

Ya no era momento para hablar. Necesitaba estar justo frente a él si quería dominar su mente o beber su sangre. Estaba a veinte metros y sabía que si me acercaba demasiado antes de doblegarlo me mataría. Un animal acorralado es demasiado peligroso. No quiero que se piense que disfrute este combate, no quiero que se forme la idea de que soy belicoso. Esto no tiene gloria, no tiene valentía, es exterminar a un animal peligroso. Es matar a alguien que quise tener como amigo una vez, a alguien que respete, a alguien que admire. Es un fratricidio. Es repetir el pecado de Caín, porque el tiempo no es más que un infinito círculo.


El dio el primer golpe, un tiro directo a mi cabeza con un arma de mano de calibre .50. Se llevo la mitad de mi cabeza, pero un vampiro solo ocupa su voluntad y su identidad para existir. El en serio ya había perdido. Las sombras se dispusieron como tentaculos en torno a mi, unas como escudos y otras lanzando cristales negros de siniestro fulgor. No lograron herirlo de gravedad pero si le dolían. Él aceptaba todos mis golpes, yo trataba de refugiarme de los suyos. Finalmente los doce tiros se gastaron y tomé mi oportunidad, me lancé hacia él y de un golpe por poco me mata, esquive un gladius inmenso dejando la mitad de mi cuero cabelludo en su filo. Me regenere y de inmediato forme dos espadas con sombras y sangre. Acero de damasco imagino, plata tal vez, no sé. Lo único que sé es que esa espada puede lastimarme y quemarme. Esquivé sus golpes a duras penas y lo herí un poco más. Un corte en un tendón aquí, una sección en un tobillo allá. Golpes superficiales pero debían acumularse. Finalmente en un momento trate de atacar su cuello y el desgraciado me tomó por el mio con una mano y me mordió el hombro. Por un momento pensé que todo se había perdido pero en vez de matarme me lanzo a una banqueta. Se regenero, recuperó un poco su mente. Esto podría significar solo una carrera ardua y lenta hacia una derrota segura. Luego recargó su arma y supe que esto se acabaría. Un tiro de gracia que falló por poco me cortó la oreja. Yo me defendí creando espejismos, sombras y atacando con estas. Nuevamente gastó sus balas no sin antes amputar un pie de un solo tiro.

“No podrás huir ahora.”

“Nunca pensé en huir. Baltazar, necesito que te calmes y me dejes ayudarte.”

“Ayudarme...a morir tal vez.”

Exacto, pensé. Refugiado tras mis sombras pude verlo bien y planear mi ataque mientras mi pie volvía a crecer. Eviscerado, tenía medio metro de intestino colgando de una herida, se tambaleaba y los cortes que le había hecho eran tan profundos que sus huesos se asomaban. Su cara estaba desfigurada y un ojo pendulando de su cuenca. Su quijada colgaba por un par de tendones. Parece que se la arranqué cuando me libre de su mordida, por eso me lanzo. No puede comer hasta que se regenere y no intenta regenerarse. Esto se ve pesimo pero aun puedo ganar.

“Vamos monstruo de guerra. Invoca familiares, levanta muertos, regenerate. Tantos años en trincheras y aun peleas como un hombre. Un monstruo inmortal que no entiende su potencial, es claro el daño que le hace a un neófito crecer sin guia.”

No puede hablar, pero su violencia se acrecentó, sus rugidos eran ensordecedores. Trate de hacer cortes más profundos con mis espadas, trate de realizar estocadas a su pecho y todo lo esquiva. Finalmente trato de nuevo de tomarme por el cuello y le amputó el brazo a nivel del codo, luego el otro, luego las piernas. Era mio. Lo que no esperaba fue el cambio en sus ojos, mi sangre surtió efecto y ahora era de nuevo Baltazar, un instante de lucidez. Un rugido me lanzó a cinco metros y le dio el chance de regenerarse. Parecía que se había perdido.

“Padre, amigo, hermano.”

Sus palabras me estremecieron y vi en su pecho brillar los símbolos de sus marcas. No era autoflagelación. Era magia. Antes que comenzara a realizar su espectáculo abominable entendí que no había de otra y tuve que recurrir a medidas extremas. Corte en mis brazos los símbolos prohibidos y dije un cántico que me avergüenza repetir. Mi familiar emergió, la sombra que me acompañó desde que asumí mi identidad como un morador de la noche.

De mis manos se abrieron dos agujeros y comenzó a brotar brea negra con una fluorescencia purpurea. Se adhería al piso y formó un símbolo asqueroso. Del brillo comenzaron a brotar tentáculos, horrores, bocas, dientes. Esta criatura no tiene una forma entendible por la mente humana y pensar que es tan solo la mascota de un dios. Me cuesta demasiado domarla, me drena, me lastima, pero realiza su cometido. Sus tiros son bloqueados por mi familiar, su espada es carcomida por la sombra. Me acerco a él caminando a duras penas y lo ató.

Lo tomo de brazos y piernas, mientras esto ocurre lo contorsiono para romper sus huesos y ruge como un animal.

“Me querías ver libre y ve como te esclavizan al pasado, a tu mentor ausente, a mí, a tus lacayos muertos. Me querías ver libre y te ataste a tus pasiones sin controlarlas. Me querías ver libre y te marcaste como esclavo. No quisiste ser libre vos. No quisiste vivir vos. Me dejaste envenenarte por puro capricho. Me dejaste dañarte por puro gusto. Nada de esto debió pasar. Lo peor es que en el proceso si me cambiaste. Me obligaste a destruir algo inmemorial y antiguo, romper con tradiciones que si bien no sigo, respeto. Me condenaste a ser un paria entre nuestra propia gente, me hiciste un belicista, un ejecutor. Todo por no entender que no soy tu padre. Todo por no aceptar mi ayuda. Te odio y ahora me odio más. Pero podemos romper el ciclo, sos demasiado peligroso para seguir afuera. Dejame drenarte y sanaré tu alma mientras viva por siempre dentro de mí. Déjame matarte y librarte del dolor. Ambas soluciones están bien para mi.”

“Te tengo una tercera.”

Me dice entre sollozos desfallecidos, Baltazar ha vuelto. 

“Romperé el ciclo, no todos quieren ser salvados, no todos quieren ser sanados. No te corresponde rehabilitar a nadie que no consiente. Solo puedes alejarte de las tormentas encarnadas, verlas pasar de lejos y despedirte. No trates de atar a un ave, no trates de evangelizar a un cáncer.”

Acto seguido regenerar un brazo y se libera de sus ataduras, con su brazo libre arremete directo contra sí mismo y acto siguiente, se arranca el corazón para lanzarlo en mi cara. Prende en llamas, mi bestia se marcha. Quedó solo atónito en un parque lleno de cadáveres con una mancha de sangre en la cara, una mancha que nunca se lavará. Ahora en efecto me he convertido en Caín. Ahora en efecto soy un monstruo. Torture a un hombre, lo envenene, lo mate violentamente. Mis pecados no son contra un dios, no son contra mi víctima. Son contra mi. Transforme a quien pudo ser un dios en un demonio. ¿Será acaso que ambas naturalezas coexisten?


Capitulo III


I

No sé cuanto tiempo paso luego de esta aventura. La desgracia sumió al pequeño clan que se había formado, puesto que en nuestro incipiente estado de vigilancia, ser discreto cada dia es mas dificil. La capilla fue invadida por miembros de un equipo de la GAO en colaboración con la división de control de drogas. Al parecer algunos de los cuerpos dejados en el parque fueron identificados y más de uno hablaba de más o tenía un estupido diario de pandillero. Debieron pensar que eran el próximo Jim Carroll o, Tupac. No tardaron mucho antes de añadir uno más uno y pensar que los planes de atacar la capilla se referían a alguna especie de pandilla rival. Parece también que somos una raza innoble y reminiscente del vicio más patético de la sociedad humana. Dejaron tras de sí varios neófitos que con costos y habían probado sangre, fue una masacre para ambos bandos y seguramente culparon al crack o la cocaína. Como siempre los viejos mandan a los jóvenes a morir para salvar sus culos. No me extraña que devorar ancianos sea un pecado mortal para los vampiros.


Poco tiempo después me enteré que este asuntito de Capricornio mandando a matar a Baltazar era de hecho un intento de poner a chocar a dos titanes y juntar los pedazos. Eso explicaria por que aun cuando sabía que me vigilaban no se dignaron a limpiar los cadáveres. Eso terminó lanzándose el tiro por la culata. Imagino que me muestra que una sociedad de vampiros tiende a fallar constantemente, en especial sin jerarquías estrictas, jerarquías de sangre. El vicio central de estas jerarquías es que no permiten ascender y se tiende a ignorar o matar a los más jóvenes. Igual que una iglesia abusando de monaguillos y luego preguntando por qué nadie quiere tragarse sus hostias. Somos criaturas individualistas que de hecho, nuestro rasgo definitorio es la subversión del status quo. Robamos fortunas, quemamos iglesias, devoramos reinos y matamos dioses. Nuestra existencia es negar el control y aún así quisieron acobardarse a la seguridad de un grupo. A este paso imagino que pensaron formar una empresa y poner a vampiros a usar corbata y atender teléfonos.


Yo me aleje de la urbe, me concentré en mis negocios, en mi práctica profesional y en mis placeres. Tengo una pequeña agrupación de adeptos y uno que otro hotel que está bajo el nombre de varias compañías fantasmas. No por evadir impuestos, digo, esa era la idea inicialmente pero sale aun mas caro manejar el PR de tener más de 70 años y parecer un treintañero. Fingir ser mi propio hijo solo me puede llevar hasta cierto punto. Terminé conociendo una nueva dama excepcional, una neófita llamada Nazaret, oriunda de Canadá al parecer y digo al parecer porque eso absorbió de su sangre, en realidad intento mentirme diciendo que era Alemana. Pronto aprenderá que yo manejo ahora relaciones sanas, cueste lo que cueste. Termine yendo a un profesional, no solo a manejar mis propios problemas, sino a aprender aún más sobre estos poderes increíbles que mi mente permite. Ya no más ser un cántaro cuando puedo ser un abismo. Beneficios de haber contactado a un colega con tanto conocimiento, el problema es que es humano. Durante las mañanas nado, bebo, como y en las tardes veo uno u otro paciente. Luego las noches, las noches son para los más oprobiosos sacramentos. Me dieron la opción de vivir incontables dichas y no me privé ni de lo mundano ni de lo oscuro.


II

Hay noches como esta en que no hay campo para el placer ni la indulgencia. Me encierro en mi estudio y analizo, visualizo, invoco sombras para perseguir a mis enemigos. Esta noche es incluso peor. Siento una pestilencia que porta el mar, percibo un odio insondable. No dejo de recordar en estas noches mi pasado, mi presente. Realmente en cierto sentido he logrado domar mi naturaleza, he logrado hacer las paces con todos los pecados que he cometido y los que me he comido. He ganado muchos más luego de esa batalla en la ciudad y aun siento la sangre tibia en mi cara cuando Baltazar me ungió con su muerte.


Me parece súper curioso, como yo solo me enamoré de una superior y todo terminó tornándose un giro tan exagerado, tan dramático, sencillamente porque decidí amar, decidí abrir mi corazón pero también decidí no morir por ello. Me rehuse a morir, aun en manos de quien amo, a sentar límites aun si tuviera que reforzarlos con violencia, a dar reciprocidad a la guerra que un mundo enfermo trajo a mi puerta. En noches como esta me pregunto si al morir esa noche de diciembre alguien se hubiera tan solo percatado, dudo que hubieran extrañado a un hombre más que muere, fijo por su propia mano dirían. Otro menos que no pudo soportar el peso del mundo, dirían. Ah pero tantas leyes y dogmas he tenido que romper tan solo para ganar mi derecho a existir, a tener una oportunidad para la grandeza, para vivir de verdad y no ser solo ganado. Aunque tengo el corazón de Baltazar en una jarra aquí en mi estudio, no ardió. Tengo poca sangre que pude extraer en un vial oculto en mi hogar. No creo que sea suficiente para ganar su poder, pero si un día vuelve la guerra a tocar mi puerta sabré pelear.


Por otro lado, también he estado frecuentando la compañía de una dama humana. Sus brazos cálidos me recuerdan a algo que no creo haber tenido antes. Es tan impoluta, tan inocente, tan refrescante. Me dan ganas de crear algo, me dan ganas de creer en algo. Si tan solo una criatura de la noche no fuera tan solo un cúmulo de pecados torpemente amarrados para semejar la imagen de un hombre.


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