La Llamada del Aquelarre
Perdóneme padre pues he pecado; he descubierto que en Costa Rica los dioses que se adoran son falsos. No son más que fantoches ideológicos tenues y bobalicones impregnados hasta la coronilla de mentiras enfermizas y nauseabundas. El horror inmaculado se cierne sobre nosotros dorado ante la anómala experiencia de lo divino. La verdad es que lo divino, lo perfecto, lo idílico, todo aquello demasiado bueno para ser verdad, nos elude debido a su absoluta falsedad. En estos elementos irreales nos escondemos para desviar la mirada cobardemente, lejos del horizonte donde se cierne un sol doble en un cielo con estrellas negras. Lo cierto es que el velo se cae lentamente una vez que hipertrofiamos nuestros cerebros al estado en que se encuentran en este punto de la historia. Hemos aumentado el volumen de nuestra sustancia gris a puntos sin precedentes, jamás vistos antes en la esfera de azul pálido de nuestro planeta. Ahora, derrumbando bloque por bloque los muros de ignorancia y opt...